Amalia Guglielminetti

Amalia Guglielminetti (1881-1941) fue una escritora italiana nacida en Turín. Una fotografía en blanco y negro en la que se ve a Amalia Guglielminetti sentada frente a una pequeña mesa. Tiene un libro delante de ella y sostiene una pluma en la mano derecha. Tiene puesto un vestido claro de encaje o una tela similar y un sombrero pequeño y de color oscuro. Su cabello es corto, enrulado y oscuro. Ella mira a la cámara sin sonreír y tiene el mentón apoyado sobre el puño izquierdo. Parece que estaba escribiendo y alguien hizo que alzara la para retratarlaEl amor, la pasión y la sensualidad son centrales en toda su producción, pero también lo son la soledad y la profundidad de los sentimientos humanos. Sin embargo, Guglielminetti fue relegada al ámbito de la erótica y algunas de sus obras fueron catalogadas como pornográficas. Incluso fue acusada de «ultraje al pudor» en dos oportunidades.

En 1901, empezó a publicar sus poemas en el suplemento dominical de la Gazzetta del Popolo. Algunos de estos versos fueron incluidos en Voci di giovinezza (1903), obra que no tuvo demasiada repercusión en el mundo literario turinés. Su siguiente libro Le vergini folli, de 1907, tuvo mejor recepción. Además de poesías (Emma, 1909; Le seduzioni, 1909; L’insonne, 1913; Fiabe in versi, 1916; Il ragno incantanto, 1922; La carriera dei pupazzi, 1924; I serpenti di Medusa, 1934), escribió teatro (L’amante ignoto, 1911; Il gingillo di lusso, 1924; Il ladro di gioielli, 1926) y narrativa (I volti dell’amore, 1913; Anime allo specchio, 1915; Gli occhi cerchiati d’azzurro, 1920; La porta della gioia, 1920; La reginetta Chiomadoro, 1921; Quando avevo un amante, 1923; La rivincita del maschio, 1923).

Si bien participó del primer congreso feminista organizado por el Consejo Nacional de la Mujer Italiana, en 1908, en Roma, se manifestaba ajena al movimiento. No obstante, muchas de sus obras muestran mujeres emancipadas, libres, modernas y en busca de su propia realización. Son mujeres protagonistas y no simples sombras de los hombres.

Las mujeres que escribía y la transgresión en su propia vida personal se enfrentan a la imagen de la mujer como ángel del hogar y dedicada exclusivamente a la familia que propugnaba la propaganda del régimen fascista; sin embargo, fue acusada de colaboracionista y sometida a juicio por haber falsificado unas cartas que habrían ayudado a un jerarca fascista con el que mantenía una relación amorosa.

El cuento «L’intrusa», que aquí presentamos traducido por Erika Cosenza con el título de «La intrusa», estaba incluido en Le ore inutili, de 1919.

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